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A Pesar de Palabras de Solidaridad, Trump Sigue Deportando Inmigrantes a Venezuela

El dia que se ordenó su deportación de los Estados Unidos, Diego Alejandro Rojas no pensó en su propio bienestar. Sus pensamientos no se dirigieron al caos que seguramente lo esperaba en Venezuela. Tampoco contempló las amenazas de muerte de los grupos paramilitares locales que lo habían obligado a huir en primer lugar.
No cabe duda que Trump es un gran enemigo de Maduro. Sin embargo, lo que no está tan claro es si es un verdadero amigo de los venezolanos.
No cabe duda que Trump es un gran enemigo de Maduro. Sin embargo, lo que no está tan claro es si es un verdadero amigo de los venezolanos. Ilustración de Michael Campina
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El dia que se ordenó su deportación de los Estados Unidos, Diego Alejandro Rojas no pensó en su propio bienestar. Sus pensamientos no se dirigieron al caos que seguramente lo esperaba en Venezuela. Tampoco contempló las amenazas de muerte de los grupos paramilitares locales que lo habían obligado a huir en primer lugar. En ese momento, así como ahora, lo que más temía — incluso más que perder su propia vida — era la posibilidad de nunca poder conocer a su hijo.

Antes de huir a Miami, Rojas llevaba toda su vida viviendo en Ciudad Bolívar, considerada una de las ciudades más peligrosas del país sudamericano y, por consiguiente, uno de los lugares más inseguros del mundo. En ese entonces, Rojas trabajaba con su padre vendiendo materias primas a fabricantes locales e industrias del gobierno. El negocio no les iba bien y la vida cotidiana era cada vez más inestable. A pesar de todo, Venezuela era su tierra, su hogar. El jamas penso en irse — hasta que llegaron los colectivos.

Después de que el autócrata Nicolás Maduro llegó al poder en el 2013, Rojas se juntó a Voluntad Popular, un partido político centrista que forma parte de la oposición venezolana. Marchó por las calles y fue activo en todo tipo de protestas. Eventualmente, sus protestas contra Maduro llamaron la atención de los colectivos — delincuentes armados en motocicleta que operan como defensores del régimen, infames por sus ataques contra periodistas y detractores del gobierno. Luego de recibir varias amenazas violentas, Rojas huyó a Miami en búsqueda de seguridad junto a su novia de nueve años con la intención de reunirse con la madre de esta última.

La pareja llegó a EEUU con visas de turistas y poco dinero en sus bolsillos en julio del 2018. Rojas, que tiene 24 años de edad, utilizó sus últimos ahorros para comprarse un auto y empezó a trabajar como conductor de Uber y Lyft. Al mes de haber llegado, su novia salio embarazada — “un regalo de Dios,” según Rojas. Empezó a trabajar aún más horas y a ahorrar lo que podía para la llegada del bebé, además de los $2,000 en gastos legales necesarios para solicitar asilo. Ya casi había ahorrado lo suficiente cuando se encontró con los agentes de inmigración.

En marzo, justo después de haber dejado un pasajero en Port Everglades, un puerto marítimo en Fort Lauderdale, fue parado e interpelado por oficiales migratorios, quienes le pidieron sus papeles. En ese entonces, habían pasado dos meses desde el vencimiento de su visa. Permaneció detenido en el puerto hasta que fue trasladado por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EEUU (ICE por sus siglas en inglés) al centro de detención Broward Transitional Center (BTC). Allí permanecería por casi tres meses mientras un juez evaluaba su caso. Finalmente, Rojas fue deportado en mayo, precisamente una semana antes que naciera su primer y único hijo en un hospital de Miami.

“Le dije al juez que no podía regresar a Venezuela — que me podrían hasta matar, que mi hijo estaba al punto de nacer en EEUU. No le importo nada,” dice Rojas. “En el tiempo que estuve allí [en BTC], le otorgaron asilo a solo dos venezolanos. Pero deportaron a seis.”

Más de cuatro millones de venezolanos han huido de su país desde el 2015 por la inestabilidad política y la miseria económica; cienes de miles han llegado a EEUU. El presidente Donald Trump se proclama aliado de los venezolanos, pero no termina de convencer. Los esfuerzos de su administración para liberar a Venezuela de la tiranía de Maduro han sido contrarrestados por las deportaciones continuas de venezolanos viviendo en EEUU, a quienes Trump les sigue negando estatus legal temporal. En pocas palabras, no cabe duda que Trump es un gran enemigo de Maduro. Sin embargo, lo que no está tan claro es si es un verdadero amigo de los venezolanos que han logrado escapar el régimen violento de Maduro.

Dadas estas grandes incertidumbres, el senador Marco Rubio (R-FL) intentó asegurar a los venezolanos vulnerables viviendo en EEUU de que no hay causa para pánico. En dos videos publicados en julio, uno en inglés y el otro en español, Rubio aseveró que no solo era improbable que un venezolano como Rojas fuese deportado — pero, más bien, que no es posible. Según Rubio, ICE es incapaz de deportar a un venezolano por dos razones: en primer lugar, actualmente no hay vuelos directos a Venezuela de EEUU y, en segundo lugar, el gobierno de Trump no tiene relaciones con el régimen de Maduro, ya que reconoce al líder opositor Juan Guaido como el presidente interino de Venezuela. En las palabras de Rubio, lo peor que le puede pasar a un venezolano sin papeles en este país es que puede verse detenido por “dos o tres semanas” por un agente de inmigración que no esté al tanto de la ruptura en relaciones entre los dos países.

En realidad, parece que los oficiales migratorios están usando vuelos indirectos para continuar deportaciones a Venezuela. La administración de Trump suspendió todos los vuelos a Venezuela el 15 de mayo, el mismo dia que Rojas fue deportado en un vuelo saliendo de Miami a Caracas, haciendo una breve escala en Panama. Otro venezolano que fue detenido en Broward, Alfonso Cazalis, fue deportado a Venezuela una semana después de Rojas. Los detalles de su viaje fueron idénticos: un vuelo indirecto en la aerolínea panameña Copa, saliendo de Miami a Caracas con escala en Panama.

Rojas y Cazalis (cuyos nombres han sido cambiados en este artículo por razones de seguridad) dicen que saben de varios otros Venezolanos que fueron ordenados deportados después de ellos.
Estas deportaciones son un secreto a voces dentro de la comunidad venezolana en Miami, la cual aún permanece escéptica de las expresiones de apoyo de Trump, Rubio, y otros políticos. En un capítulo del programa de YouTube Factores de Poder, la periodista venezolana Patricia Poleo describió un comentario de Rubio con respecto a las deportaciones de venezolanos como “impreciso”. Añadió que conocía varios casos de venezolanos que habían sidos deportados de EEUU.

“La administración de Trump ha sido inconsistente en su actitud con respecto a Maduro y a la gente que fue obligada a huir de la dictadura en Venezuela,” dice José Colina, presidente de la Organización de Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex) y un invitado común en el programa de Poleo. “Si pueden deportar a un venezolano, lo deportan. Y si no, lo dejan por meses en una cárcel.”

Cazalis sabe muy bien lo que es pudrirse en una cárcel. Igual que Rojas, se escapó de Venezuela en el 2018 después de ser amenazado por sus creencias políticas. Un amigo que trabajaba como funcionario de una organización de inteligencia contramilitar en Venezuela le advirtió que se había abierto un expediente en su contra por ser “traidor a la patria”. Luego de huir a Miami en noviembre del año pasado, se presentó a oficiales de inmigración para pedir asilo. Los oficiales reconocieron que su temor era creíble y fue traslado a BTC mientras su caso era considerado por un juez de inmigración.

Cazalis estuvo detenido allí durante seis meses terribles, hasta que por fin lo deportaron en mayo. Aunque no tenía ningún historial criminal, el juez adjudicó una fianza de $15,000, una cantidad que supera por el doble la fianza mediana al nivel nacional, según el Transactional Records Access Clearinghouse de Syracuse University (TRAC por sus siglas en inglés).

“Fui tratado como un criminal peligroso, sin derechos, y fui sometido a ataques psicológicos constantes de parte de los guardias de la prisión, quienes asumían que no entendíamos por ser latinos," dice Cazalis. "Deje de comer y empecé a perder la memoria por estar malnutrido.”

A Rubio y otros republicanos, entre ellos el otro senador de la Florida, Rick Scott, les ha costado disimular la indiferencia de la administración de Trump en cuanto a los venezolanos sin estatus legal. Los aliados congresionales del presidente han hecho lo posible para difundir la imagen de un gobierno que supuestamente se preocupa por la difícil situación de venezolanos alrededor del mundo. Sin embargo, la historia que cuentan los mismos oficiales de Trump es otra. El enviado especial de EEUU para Venezuela, Elliot Abrams, ha reconocido que es poco probable que el presidente otorgue Estatus de Protección Temporal (TPS por sus siglas en inglés) a cualquier inmigrante mientras que las cortes federales sigan permitiendo retos legales a su decisión de revocar anteriores designaciones de varios otros países. Recientemente, el director del Servicio de Inmigración en funciones, Ken Cuccinelli, coincidió con Abrams.

Es decir, hasta que la casa blanca se salga con la suya en lo referente al TPS, la administración seguirá poniendo en peligro a los 150,000 venezolanos desplazados en EEUU, los cuales son utilizados como piezas de negociación. A principios de este mes, se filtró información por fuentes anónimas que Trump y sus asesores están considerando otorgar el TPS a los venezolanos únicamente con el fin de ayudar el presidente ganar el voto Latino en Florida en el 2020.

Rubio, quien patrocinó una propuesta de ley este verano para conceder TPS a los venezolanos, ha insistido que protecciones legales para venezolanos desplazados aun estan en la mesa a pesar del cinismo de Trump.

“La administración no ha dicho que no va hacer TPS. Simplemente dijeron que en este momento no han decidido hacerlo,” dijo Rubio en el video. “No creo que esto es causa para pánico. Estamos trabajando [en] esto y creo que vamos a tener un resultado positivo.”

Según se puede observar en el video de Rubio, está claro que el senador, cual se considera como un campeón de los venezolanos, fue mal informado sobre las continuas deportaciones y detenciones de larga duración de venezolanos. Rubio no respondió a varias solicitudes de comentario para este articulo, incluyendo múltiples llamadas y correos electrónicos. Tampoco respondieron ICE o representantes con Copa Airlines.

ICE deportó a casi 300 venezolanos entre octubre del 2017 a agosto del 2018, el último mes para el cual existen estadísticas disponibles, según TRAC. La mayoría de los venezolanos deportados no tenían antecedentes penales o, si los tenían, sólo se trataba de una infracción menor.

Tal fue el caso de Cazalis, quien fue deportado a Venezuela, a pesar de su historial criminal intachable. Como consecuencia de su deportación, ahora mira con cierto cinismo a los políticos estadounidenses que proclaman solidaridad con el pueblo venezolano.
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En Maracay, Venezuela, el pasado 26 de abril, los manifestantes gritaron consignas durante una concentración del líder opositor venezolano Juan Guaidó, reconocido por muchos miembros de la comunidad internacional como el gobernante interino legítimo del país.
Foto de Carlos Becerra / Getty Images
“Todos los senadores y políticos que dicen que apoyan a los migrantes, en especial a los venezolanos — para mi, todos son unos mentirosos y falsos. Prometen muchas cosas para ganar votos y no hacen nada,” dice Cazalis. “Durante esos siete meses que estuve en BTC, se que hablaron sobre el TPS. Nada pasó, y ninguno de ellos fue a visitar a venezolanos en centros de detención.”

Ya de regreso en Ciudad Bolívar, ahora Rojas tiene que elegir entre quedarse donde está, aparte de su familia, o viajar a la frontera sur de EEUU, donde pudiera entregarse a oficiales migratorios y solicitar asilo nuevamente. Sería cambiar un infierno por otro, y aun así, no hay garantías de que no será deportado otra vez.

Según informa Rojas, habla con su novia y su hijo todos los días por llamadas de vídeo. Reconoce que no es lo mismo que estar allí en persona, pero ayuda. Debido a su ausencia, su novia se ha visto obligada a dejar su bebé con familiares durante el día para emprender varios diferentes trabajos. La hiperinflación en Venezuela casi consume por completo el sueldo de Rojas, quien a vuelto a trabajar con su papá. No le sobra dinero para mandarle a su familia en Miami.

“Todos los días, el bebé crece un poco. Aún no ha dicho sus primeras palabras ni ha dado sus primeros pasos... Quisiera estar allí para verlo,” dice Rojas.

Si existe la posibilidad de una reunión en un futuro cercano, tendrá que ser en EEUU. Rojas insiste que actualmente Venezuela no es lugar para criar a un hijo, y por ahora, encontrarse con su familia en otro lugar tampoco es una opción. Hace poco, su novia entregó su solicitud de asilo para evitar ser separada de su hijo de solo cuatro meses. Hasta que sea adjudicada la aplicación, no podrá salir del país.

Desesperado y descorazonado en Ciudad Bolívar, Rojas guarda fotos de su familia en su celular, el cual mantiene a su lado en todo momento. Como foto de perfil en WhatsApp, ha elegido una foto de su hijo a los dos meses — aplaudiendo, mostrando una sonrisa sin dientes, con mechones de pelo negro apenas recién salidos de su cabeza.

“Aún no he conocido a mi hijo, y me preocupo que va a crecer sin conocerme,” dice Rojas. “Haría cualquier cosa para estar con mi familia.”

Este artículo fue traducido de ingles a español. Haga clic aquí para leer el original.
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